Santa María Magdalena

 

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Antes de centrarnos en la persona de santa María Magdalena, a quien este bando debe su calificativo, veamos el origen de dicho nombre.

EL NOMBRE DE MAGDALENA: MAGDALA, EL ORIGEN.

El término Magdalena tiene su origen en Magdala (Israel) ciudad cercana a Tiberíades. También conocida por Tariquea. Conquistada por Cassius en el año 52 a.C. más tarde cedida por Nerón al rey Agripa. Por su situación geográfica y sus fortificaciones, constituyó un bastión para la resistencia a las legiones romanas de Vespasiano. En el 66 d.C. fue sitiada y conquistada, según relata Flavio Josefo-testigo del asedio- en “Las guerras judías”.

La elección del nombre en la cultura judaica es muy importante. No existían los apellidos. Para diferenciarse, al nombre se le añadía el del padre, el del lugar de nacimiento, el de la profesión o el del lugar donde se residía. El verdadero nombre de santa María Magdalena era Myriam, María en hebreo, puesto de moda por las princesas asmoneas. Existe diversidad de opiniones sobre su origen, para algunos es egipcio, al unir la raíz egipcia myr (amada) y la hebrea yam. En este caso Myriam significaría “amada de Dios.” Para otros significa: mar amargo, iluminada o iluminadora. El sobrenombre: Magdalena o Magdala, derivaría del sustantivo arameo Migdal (torre) identificado con Migdal Nunnaya del Talmud. Para Margaret Starbird, experta en la figura de María Magdalena, proviene del pasaje del profeta Miqueas que dice dirigirse a Magdal-eder (“torre de guardia “o “torre del rebaño”). Y según Susan Haskins, otra estudiosa de su persona, resulta de la derivación del término griego Magdalini. Afirmación que se basa en que los Evangelios canónicos fueron trasmitidos en esta lengua. Otros significados son: elevado, grande, magnífico. Por tanto si decimos María la Magdalena, en realidad decimos, María la Grande, la Elevada.

 MARÍA DE MAGDALA

El Bando de La Magdalena, debe su nombre y su fervor a uno de los personajes más importantes de los Evangelios. Una figura cargada de misterio de la que existen no pocas leyendas, quizás por falta de información. Tres personajes evangélicos, se asocian habitualmente con ella: María Magdalena, María de Betania, y la pecadora anónima. Otros van más allá e incluso la relacionan con la mujer adúltera, como vemos en la película de Mel Gibson, “La Pasión”. Pero, ¿quién era realmente María Magdalena? ¿Una prostituta? ¿La hermana de Marta y de Lázaro?

En los primeros años del Cristianismo circulaban muchos escritos, fue en el Concilio de Nicea en el año 325 d. C donde se escogieron los cuatro evangelios canónicos, es decir, aprobados por la Iglesia. Estos son los de: Mateo, Lucas, Marcos y Juan. Pero hubo otros llamados apócrifos. Ambos nos ofrecen valiosa información para determinar la identidad de María de Magdala. Tras un estudio comparativo de los cuatro evangelios canónicos, llegamos a la conclusión de que María Magdalena y María de Betania son la misma persona y negamos taxativamente que fuese una prostituta, sino un personaje importantísimo siempre presente al lado de Jesucristo, en un contexto muy difícil para la mujer, donde Jesús se saltó las costumbres al rodearse de ellas, a instruirlas, a conversar públicamente con ellas, tratándolas de iguales a los hombres hasta el punto que escogió a una mujer como el primer testigo de su Resurrección, y esta fue María Magdalena.

Esta actitud de Jesucristo hacia las mujeres no sólo le enfrentó a la sociedad de su tiempo, sino contra sus mismos discípulos según nos relatan los diferentes evangelios. Un caso similar ocurre con María de Magdala, bien sea como la Magdalena, o bien como María de Betania, observaremos que se salta muchas de esas reglas sociales, pero no consta en ningún Evangelio que fuese una prostituta, es rotundamente falso, no existe aseveración histórica al respecto. Grandes doctores de la Iglesia como san Agustín, san Ambrosio, o san Efrén, niegan esta asociación entre la “pecadora” y la Magdalena. Esta leyenda negra surge tras la homilía número 33 del Papa Gregorio el Magno, pronunciada en la basílica de San Clemente en Roma el viernes 14 de septiembre del año 591, quien la describe como “ejemplo de perdición” y “esclava de la lujuria” al asociar a “la pecadora” con María de Magdala.

Acusación que carece de fundamento, ya que ni en el Nuevo Testamento, ni tampoco en los Evangelios apócrifos se menciona, una vez que fuese una prostituta. No existe, es mentira. En 1969 el Papa Pablo VI dijo que lo dicho por Gregorio el Magno no corresponde a la verdad. Y en 1978, durante el pontificado de Juan Pablo II son suprimidos de la sección del breviario romano los epítetos “María poenitens” (María penitente) y “Magna pecatrix” (gran pecadora). Sin embargo, resulta lamentable que aún hoy, en pleno s. XXI algunos sigan empeñados en dedicarle estos adjetivos, algo que no responde a la realidad, según ha reconocido hasta el mismo Vaticano. Será el Papa Wojtyla quien en Mulieris Dignitatem otorgue de nuevo la verdadera relevancia a María Magdalena, señalando su figura como una de las más importantes de los Evangelios. Es hora ya de devolverle su auténtica identidad y reconocerle su importantísimo papel, su fidelidad extrema, a lado de Jesús de Nazaret.

¿En qué nos basamos para afirmar que María Magdalena y María de Betania son la misma persona? Existen relevantes datos que así lo indican en los textos examinados. Demasiado largo para exponerlos aquí, pero animamos a quien le interese a leer con detenimiento los evangelios. Nuestras conclusiones son:

María de Betania, al igual que María Magdalena, siempre aparece con su nombre, la pecadora es anónima, por tanto no se trata de la misma persona.

Mateo, Marcos y Juan coinciden en narrar el reproche por el excesivo gasto de la unción en Betania. Sólo Juan ofrece una cifra del perfume -unos trescientos denarios- cantidad muy elevada para quienes sostienen que María Magdalena era una pecadora pública ¿No les parece un perfume muy caro para una mujer de esa índole? ¿No es más lógico pensar que esa María, era la hermana de Lázaro, que como sabemos por los Evangelios, se trata de una familia de  posición, y por tanto podía permitirse ese gasto?

Los Evangelios narran dos unciones realizadas por María de Betania, y otra cuando María Magdalena lleva ungüento a la tumba el día de Pascua. ¿No es mucha casualidad, que cada vez que Jesús se hallase en un determinado lugar, acudiese una mujer llamada María, con un pomo de alabastro de riquísimo ungüento de nardo legítimo, y realizase el mismo ritual? ¿No es más razonado pensar que se trata de la misma persona?

Vamos más allá, aceptemos que son dos personas diferentes. La festividad de Santa María Magdalena se celebra el 22 de julio, pero ¿Por qué María de Betania no consta en el santoral si sus hermanos Marta y Lázaro sí son santos y, tienen su festividad? ¿Por qué la que “escogió la mejor parte” según dice Jesús, no es santa? ¿No será que María Magdalena y María de Betania son la misma persona?

No vamos a responder a esta pregunta. Dejemos al lector que llegue a su propia conclusión.